Érase una vez un pobre campesino llamado Cangrejo que con
sus dos bueyes condujo hasta la ciudad para venderle al doctor por dos monedas una
carreta de leña.
Cuando el campesino llegó a casa del doctor este estaba en
plena comida, así que mientras echaban cuentas del pago Cangrejo pudo ver lo
que el doctor comía y bebía. La envidia se apoderó de él y pensó que él también
debería de ser médico. Así que tras vacilar un poco acabó preguntándole al
doctor que si él también podía ser médico.
- Por supuesto - le dijo el doctor - puedes conseguirlo muy
pronto. Lo primero que debes hacer es comprar un libro de letras, de esos que
tienen al principio un gallo pintado. Lo segundo que tendrás que hacer es
vender la carreta y los bueyes. Con el dinero que consigas cómprate trajes y
todo el material que un doctor necesita para trabajar. Y tercero, encarga un
rótulo con las palabras "Soy el doctor Sabelotodo" y cuélgalo encima
de la puerta de tu casa.
El campesino hizo todo como le había sido indicado.
Cuando ya había comenzado a doctorar, pero tan solo un
poquito, aun hombre rico le robaron una cierta cantidad de dinero. Al hombre
alguien le habló del doctor Sabelotodo, le dijeron que vivía en un pueblo y que
lo sabía todo, así que también debería saber donde se encontraba su dinero. El
señor mandó poner el coche en marcha y condujo hasta el pueblo. Cuando llegó le
preguntó si era el doctor Sabelotodo. Cuando Cangrejo le respondió que sí, el
señor le dijo que entonces debería ir con él y recuperar el dinero que le había
sido robado. El campesino no puso ninguna pega, pero pidió que su mujer, la
Grethe, también fuese con ellos. El señor no tuvo problemas con eso y dejó que
los dos subieran a su coche.
Cuando llegaron al caserío la mesa estaba puesta, así que el
señor dijo que antes de empezar a hacer nada deberían comer. Cangrejo estuvo de
acuerdo, siempre y cuando la Grethe comiese con ellos. El señor no tuvo nada en
contra, por lo que los tres se sentaron a la mesa.
Al llegar el primer criado con una hermosa cacerola llena de
comida, Cangrejo le comento a su mujer.
- Grethe, él fue el primero.
Y solo quiso dar a entender que él fue quien les sirvió la
primera comida. Aunque el sirviente entendió con ello que él era el primer
ladrón. Realmente esto era cierto, y al sirviente le entró miedo. Cuando salió
de la habitación les dijo a sus compañeros.
- El médico lo sabe todo. Esto tiene muy mala pinta. Acaba de
decir que yo fui el primero.
El segundo no quería entrar en la sala, pero debía hacerlo.
Cuando entró con su cacerola escuchó como el doctor le decía
a su mujer.
- Grethe, este es el segundo.
El segundo sirviente también se asustó y salió lo más rápidamente que pudo.
Al tercero tampoco le fue mucho mejor. Cuando llegó Cangrejo
volvió a decir.
- Grethe, este es el tercero.
El cuarto llevaba una fuente con tapa y el señor le pidió al
doctor que mostrase sus artes y adivinase que era lo que había en el
recipiente. Que casualmente no eran otra cosa más que cangrejos.
El campesino miró la fuente, no tenía ni idea de lo que
podría haber dentro y sin saber como podría conseguir algo de ayuda dijo en voz
alta.
- ¡Ay de mi! Pobre Cangrejo.
- Ahí lo tenemos. Como sabe eso, también deberá saber quien es
el que tiene el dinero - dijo el señor satisfecho ante la respuesta de
Cangrejo.
El sirviente había entrado en pánico y le guiñó un ojo al
doctor para darle a entender que saliese un momento de la sala. Cuando el
doctor estuvo fuera se encontró con los cuatro sirvientes, que de pie en frente
de él confesaron haber robado el dinero.
Le aseguraron que estaban dispuestos a
reponerlo y a darle a él una cuantiosa suma si no los delataba, pues la cabeza
les iba en ello. Luego le llevaron hasta el lugar en el que habían escondido el
dinero.
El doctor aceptó el trato y volviendo a la sala dijo.
- Señor, tan solo miraré en mi libro y sabré donde está el
dinero escondido.
El quinto sirviente se había escondido en la chimenea,
quería escuchar si el doctor sabía algo más. Cangrejo abrió su libro de letras
y comenzó a pasar las páginas de delante a atrás buscando el gallo.
Pero como le estaba costando mucho encontrarlo dijo en voz
alta.
- Sé que estás ahí y tendrás que salir.
El sirviente que se encontraba en la chimenea creyó que esas
palabras estaban dirigidas a él y aterrorizado salió del escondite.
- ¡El hombre lo sabe todo!
El doctor Sabelotodo
le mostró al señor donde se encontraba el dinero, aunque no le dijo quien había
sido el ladrón. Por las dos partes recibió una buena cantidad de dinero como
recompensa y además se hizo famoso.
Nunca había leído este libro, ¿qué os ha parecido? A mi la
verdad es que me ha sorprendido no ver nada macabro o sangriento. Ya estoy
acostumbrada a estas cosas en los cuentos de los hermanos Grimm.
El cuento me ha parecido curioso, con una moraleja un tanto
extraña. ¿No importa que no sepas de nada? ¿Al final todo saldrá bien? ¿Cuál
pensáis vosotros que es la moraleja de este cuento?
El doctor Sabelotodo - Doctor Allwissend, es el cuento número 98 del libro "Cuentos de la infancia y del hogar" escrito por los hermanos Grimm.
________
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado... pero aún quedan muchos más cuentos que leer, muchas historias por recordar y otras tantas por descubrir. ¿Te vienes? Cuentos de los hermanos Grimm.
Un saludo!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Buenas!
¿Te ha gustado esta entrada? ¿Te ha parecido interesante? ¿Estás en desacuerdo? ¿Tienes algo que aportar sobre este tema?
Yo os cuento mis experiencias, y todo aquello que me parece digno de mención sobre este país, ¿te animas a compartir tu opinión y experiencia con nosotros?
Siempre me alegro cuando veo nuevos comentarios, así me da la sensación de que no hablo conmigo misma...
Muchas gracias por leerme y por comentar.
PD: Es posible que algunas veces los comentarios den fallos. Escribís, lo enviáis y luego no aparece... No lo he borrado, es un error que da Blogger y no consigo averiguar que es. Si la entrada no es muy antigua podréis encontrarla en la página del blog en Facebook, allí podéis escribir también.
¡¡Un saludo!!