Así que vamos dedicarles unas entradas, por esos cuatro
meses tan entretenidos que pasé con ellas...
Eran dos chicas, dos alemanas. A una la llamaremos El
Bulldog, a la otra simplemente, Tontita.
Creo que con estos nombres queda bastante clara la
personalidad de estos dos especímenes teutones femeninos.
Tontita era muy poco espabilada, pero muy poco, y cuando
digo poco me refiero a que le faltaba un hervor, o dos, o quizás ni siquiera
había empezado a hervir.
Cuando estaba en el piso, pasaba el tiempo en su habitación,
y SIEMPRE cerraba la puerta con llave. Que yo aún me sigo preguntando la razón.
Tendría cosas ilegales o algo? no creo, para eso se necesitaría tener algún
tipo de avispamiento y a ella eso no le sobraba precisamente. Que no es que la
chica fuese tonta, estaba estudiando en la universidad Biología o algo así. Yo
creo que el problema es simplemente que es alemana, y no digo nada pero lo digo
todo.
La primera vez que salí a la calle dije, como bien me ha
enseñado mi madre, Adiós! a nadie en particular, pues las dos estaban en sus
habitaciones, con las puertas cerradas, así que creo que se lo dije al armario
del pasillo, pero el muy maleducado ni siquiera me contestó, al igual que las
compañeras. Será porque tienen la puerta cerrada y no te han oído Irene. Ja!
ilusa de mí! Cuando volví saludé, pero las puertas todavía estaban cerradas y
el armario seguía sin responderme.
Cuando una de ellas llegó, yo escuché la puerta, dije "Hola!"
y el silencio me devolvió la respuesta. He de confesar que me pareció raro, así
que salí a ver porque nadie me había contestado. Me encontré a Bulldog al lado
de la puerta de mi habitación quitándose las zapatillas. Volví a repetir el
saludo, levantó la cabeza, me miró con fijeza y dijo un "Hallo" seco, frío, tajante,
que no dejaba lugar a dudas, la conversación ha acabado. Si, señor, señor!!
Pero fue la vez en la que Tontita salió del piso estando yo
dentro cuando me di cuenta de que algo poco normal estaba pasando allí.
Por supuesto que no dijo un "Me voy!" que no digo que
me lo dirija a mí, uno en general, al menos para el pobre armario del pasillo.
Pero no, si no es necesario, oder? Pues no, te equivocas, es necesario, tienes
que saber si hay alguien en el piso y si lo hay no hace falta que cierres la
puerta con llave y fax. Pero ella se saltaba el paso de la pregunta e iba
directamente al hecho.
Y allí me quedé yo la primera vez, con cara de tonta,
intentando descifrar el porqué de tal situación. Ya que la música que salía de
mi habitación y la luz a través de la puerta abierta debía de significar el
obligado deshabitamiento del habitáculo. Fue en ese momento en el que comencé a
pensar en la posibilidad de haber conseguido superpoderes de invisibilidad y no
me había dado cuenta.
Cosa que se confirmó unas semanas más tarde, cuando me crucé
con Tontita en el pasillo, la saludé me miró, la miré y paso de largo sin abrir
la boca.
Y así señores, durante cuatro meses obtuve poderes de
invisibilidad de forma intermitente, me convertí en un miembro de Los 4
Fantásticos, la mujer invisible y sin pasar por ninguna tormenta de radicación
cósmica, afortunada yo.
Pero mis poderes no solo se aplicaban a mí misma, si no que
se extrapolaban a todo lo que tocaba, al estilo del Rey Midas. Una vez entre en
la cocina, abrí el frigorífico y vi que Bulldog estaba allí, sentada justamente
delante de mí, la saludé, me miró y debió de ver a través de mi y del
frigorífico abierto, pues ahí no había pasado nada, nadie había visto nada y
siguió comiendo.
El Bulldog es una chica con una falta urgente de fibra en el
interior de su cuerpo que llega a resultar alarmante, con cambios de humor
extremos que ocurren en escasos milisegundos.
Siempre me imaginé que sería interesante vivir en una peli,
lo que no sabía era que la realidad siempre supera a la ficción. Me río yo de los
cambios de personalidad del doctor
Jekyll y Mr. Hyde.
Como podréis haber deducido, ninguna de mis
compañeras era especialmente habladora, pero El Bulldog tenía sus minutos
agradables y algunas veces se podía entablar conversación con ella. Con un
trato cercano, como si nos conociésemos de toda la vida. Pero de pronto, y sin
que pudieses verlo venir, desviaba la vista, torcía la cabeza y ahí lo tenías.
Bienvenida de nuevo Bulldog.
Me he reido un monton, pero porque me he visto reflejado cuando yo comparti piso por primera vez, aunque eso fue en España.
ResponderEliminarMe alegro que ahora estes en mejor compañía!
En España con autóctonos también ocurre?? no me esperaba eso de mis compatriotas. Yo estuve en una residencia de estudiantes, y mi problema fue justo el contrario...
EliminarEn mi caso fue en mi primer trabajo y si, tambien pasa. Luego estuve con otro tipo muchisimo mejor. Pero creo que las relaciones internacionales son mas complejas si cabe. He oido de algun caso mas como el tuyo con alemanes, pero tambien de casos completamente diferentes.
EliminarNos leemos!
en el primer piso en el que estuve, la española era la que cerraba la puerta con llave. Daba igual si era para una hora o para un minuto, si iba a estar dentro o fuera. Siempre lo hacía y de forma automática. Y en cuanto a carácter... Ufffffff Eso no era un buldog, eso era un demonio de las profundidades...
EliminarA mí también me pasó algo parecido con un español!
ResponderEliminarSigo tu blog desde hace unos días, me está encantando. Voy a Alemania con una leonardo 6 meses, la empresa me ha puesto con otro español en la casa, asi que espero que la estadística esté de nuestra parte
Buenas "Anónimo". Me alegra que te guste el blog, espero que no te pase nada de lo que me pasó a mi en esta entrada... mucha suerte!!
EliminarUn saludo!