11 de junio de 2014

Historias de guerra

Hace ya varios meses escribí una historia sobre la II GuerraMundial que una de mis pacientes más longevas me había contado.
Hoy vengo con otra, aunque no de la misma señora.
En este caso el protagonista es el marido de mi paciente. Este hombre hace ya más de veinte años que murió, pero tuvo una vida bastante ajetreada.
Allá por los años 40 el servicio militar en Alemania era obligatorio y a este hombre, como a muchos, muchísimos otros, le tocó entrar a formar parte de las fuerzas militares del país. Con la mala suerte de que la guerra estalló y su servicio militar fue prolongado de forma indefinida, es decir, hasta que la guerra acabase.
¿Soldado alemán durante la II Guerra Mundial? A muchos os vendrá la misma palabra a la cabeza, nazi. Pero ¿lo era realmente? Por lo que su mujer me ha contado, no podríamos decir para nada que lo fuese.

Por aquel entonces este hombre apenas pasaba de los veinte años y se había visto metido de lleno en una guerra en la que poco tenía que opinar. Era un joven del país y como tal debía servirlo. Quisiese o no.
Y así fue. Su destino fue el país vecino, Francia, y allí tuvo que permanecer atacando y defendiendo lo conquistado. Haciendo lo posible por sobrevivir. Mi paciente me dijo que de esa época su marido nunca habló demasiado, y jamás le contó que hizo o dejó de hacer para evitar morir durante la guerra. Siempre rehuía cuando se sacaba el tema.

Cuando el conflicto bélico acabó el hombre se encontraba en un pequeño pueblo de la zona de Normandía y todos los militares alemanes fueron hechos prisioneros por la gente local.
El alcalde del pueblo decretó que todos los soldados alemanes en cautiverio deberían pasar entre rejas un mínimo de seis meses, tras los cuales serían puestos en “libertad”, pero de una forma u otra deberían de ayudar durante un año entero en la reconstrucción del país que destruyeron. Así que durante un año debían permanecer en la zona ayudando en la reconstrucción de las casas, carreteras, en establos…

El marido de mi paciente acabó en una granja donde tenía que ayudar a ordeñar a las vacas, darle de comer al ganado y todo tipo de trabajos que se realizan en estos sitios. Ya os digo que era un chico joven y como en las películas, siempre llevaba una pequeña armónica en el bolsillo. No era un chaval extremista y tampoco causaba problemas.
En pocos meses el granjero y sus hijos le acabaron cogiendo cariño, a él y a su armónica. Al final acabó aprendiendo francés y se hizo amigo de los hijos del granjero, los cuales, a su vez, aprendieron alemán.
Esta amistad llegó a tal punto que pasó a formar parte de la familia. Se le dio una cama dentro de la casa y un sitio en la mesa, siendo uno más.
El año pasó y el granjero le propuso que se quedara un año más, y que cuando este acabara le regalaría un ternero. En esa época un ternero podía valer bastante y podría sacarse bastante dinero. Pero llevaba mucho tiempo lejos de casa y la añoranza le pudo.

Así que volvió a Alemania, pero a pesar de todo siguió teniendo contacto con estos franceses, en principio, el enemigo, pero que acabaron siendo unos grandes amigos. A tal punto llegó la amistad que cuando se casó con mi paciente estos asistieron a la boda.
Los hijos del granjero siguieron estudiando alemán y pasaban los veranos con ellos en su casa para mejorar el idioma y cuando se casaron también los invitaron a la boda.

Desde aquel año en el que el marido de mi paciente abandonase la casa en la que en un principio bien podría considerarse que estaba prisionero, todos los años por Navidad les llaman para felicitarles las Pascuas, el año y para saber como les va. Y a pesar de que ahora mismo mi paciente es viuda, aún siguen llamándola. El granjero y su mujer hace ya unos años que fallecieron pero aún así todos los hijos siguen llamando a mi paciente, sin importar en que parte del mundo se encuentren, todos los 25 de diciembre recibe una llamada francoalemana de los hijos del granero.


Esta historia me llegó mucho. Es darse cuenta que la guerra no solo es el lado ganador o el perdedor. Las guerras las pelean personas normales, con vidas propias y que en muchas ocasiones no pueden decidir si quieren formar parte de la misma o no.
Pero a pesar de todo es bueno ver que es posible dejar a un lado el rencor contra alguien que en un principio es tu enemigo, y ver a la persona que hay detrás del uniforme. Por que no todos los soldados alemanes que lucharon durante la II Guerra Mundial eran Nazis.

Este no es un tema bonito o agradable. Pero me parece una historia que merece la pena contar.

¿Alguna vez habéis escuchado experiencias de alguien en esta guerra?


Un saludo!!

6 comentarios:

  1. A mi me hablo un poco de ello la abuela de mi novia creo que este tema les causa mucho dolor a las personas que vivieron esa época en mi caso me gusta mucho saber ese lado de la historia dejar de lado el concepto que nos venden los estadounidenses del alemán malo .Me di cuenta de algo que no lograba entender (servicio militar obligatorio) leyendo esto.

    La familia de la abuela de mi novia es de Baviera (Schweinfurt) y ellos trabajaban de forma humilde en su granja criando ganado y sembrando por temporal ,el hermano de la abuela había recibido todo el apoyo familiar para continuar estudiando y así tener una mejor oportunidad de vida.
    A los 18 años y por ingresar a la universidad llaman en servicio militar a este, pero se rehusó un tiempo hasta que tuvieron que ir a casa por el y obligarlo a pelear .
    Hasta hoy no saben que paso con el la familia lo da por muerto pero con una pequeña esperanza de que pudiera estar vivo .

    eso me hace reflexionar que hubo muchos jóvenes que no estaban convencidos ante las practicas bélicas alemanas y la cantidad de familias que se desintegraron por llevarse a fuerza a estos

    Un saludo desde México

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    1. Buenas Antonio!

      Al igual que el familiar de tu novia, y el marido de mi paciente habrá millones de casos por toda Alemania de chicos jóvenes que se vieron obligados a luchar en la guerra quisieran o no. Era un servicio militar obligatorio y negarse a ello tenía consecuencias bastante importantes.

      Un saludo!!

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  2. Asi es siempre. Creen que por ser un soldado, por ejemplo, Iraquí, ya de por si era malo. EN el caso de Alemanía no todos los soldados eran del partido Nazi ni compartían sus creencias y luchaban porque estaban obligados a hacerlo y pues si asesinaron personas era porque la guerra es así, o matas y haces lo que puedas por sobrevivir para volver a ver a tus seres amados o eres la victima de otro soldado que tiene la misma meta. Se acostumbra mucho a generalizar, y me consta que tu al menos intentas no hacerlo porque por ejemplo con los Holandeses dijiste, al igual que yo, "no habló por todos, ya que solo conozco uno, pero..." y es cierto. Por ejemplo muchas mujeres Holandesas durante la invasión Nazi no tenían que comer, sus familias estaban casi muriendo y los que tenían comida eran los Nazis, ¿Qué más hacer? pues relacionarse con ellos, al atenderlos de varias maneras las alimentaban a ellas y a sus familias. Que paso cuando los americanos retomaron Holanda? La tacharon de amantes de Nazis, las raparon, les tatuaron la esvástica en la frente y a muchas las mataron por apoyar al enemigo...que fácil es juzgar pero en últimas, nunca podrás saber que caminos han recorrido los zapatos de la persona a la que estas juzgando.

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    1. Buenas creepo.
      Eso de las holandesas me ha parecido muy interesante, no tenía ni idea de eso. Aunque no me sorprende, al final es el bando ganador el que determina quienes han sido los malos y todos quienes hayan tenido algo que ver con ellos son igualmente juzgados.
      Un saludo!!

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  3. Muy emotiva la historia que cuentas, Irene. En medio de tanta brutalidad y de tanto odio hubo seres humanos, simplemente seres humanos con sus afectos y su bondades. Y estos valores son apátridas, no conocen de fronteras. Es curioso lo de los franceses y los alemanes. Se comprende esa obsesión por forjar un eje franco-alemán, de que la comunicación entre estos dos países sea fluida y cercana. De que nunca más se rompa. Es una forma de exorcisar tanta barbarie como acumula la historia de las relaciones entre estos dos vecinos. Y es que se han masacrado de una forma bestial durante de muchísimo tiempo. Las guerras napoleónicas, la guerra franco-prusiana ( si leéis cuentos de Guy de Maupassant ambientados en este conflicto veréis el odio sin solución, atávico, que se iba instalando entre franceses y alemanes), la Gran Guerra, la Segunda Guerra Mundial... sin irnos más allá de los siglos XIX y XX. Hay mucha carga histórica. Pero bueno, cosas como las que cuentas en esta entrada demuestran que las personas son mucho más importantes que las banderas y las fronteras. Eso nos salva. Un relato muy hermoso y como siempre muy interesante. Un saludo.

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    1. Buenas Mariano!!
      Me alegro de que te haya gustado la entrada. Cuando me lo contaron la señora siempre me hacía incapié en las palabras "francés" y "enemigo". Es esperanzador poder comprobar que de alguna manera el ser humano aún es capaz de dejar a un lado los prejuicios y ver a las personas por lo que son y no por lo que "tendrían" que ser.
      Un saludo!!

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