21 de febrero de 2014

Berlinale 2014

El Festival Internacional de Cine de Berlín, también conocido como Berlinale, es el festival de cine más famoso de Alemania y se celebra todos los años en la capital alemana.
Tiene lugar en el mes de febrero, con una duración de 10 días durante los cuales se exhiben las películas nominadas a ganar el Oso de oro, que es el mayor premio que se otorga en el festival.


Quizás a algunos no os suene, pero podemos decir que vendría a ser como el festival de cine equivalente al de Cannes, San Sebastián o al de Venecia. Los premios Oscar y los Goya no se pueden incluir aquí pues en estos festivales las películas nominadas no han sido expuestas primero al público.

La primera vez que se realizó fue en 1951, cuando Oscar Martay decidió ayudar al país en su paso a la democracia, recordemos que por aquel entonces el muro aún seguía separando Berlín en dos.
Aunque los destrozos causados por la II Guerra Mundial todavía se podían apreciar en las calles de la ciudad, Martay quería enseñarle al mundo que la capital alemana seguía estando ahí, que nadie se olvidara de ella.
Al final, junto con George Turner, dos representantes de la administración del Senado de Berlín, cuatro representantes de la industria cinematográfica alemana y un periodista, formó el primer jurado del festival.


Este año se ha celebrado la 64 edición de la Berlinale. Se llevó a cabo durante los días del 6 al 16 de febrero.
Se vendieron más de 300.000 entradas, y se batió el record de propuestas para su proyección, con más de 5.000 candidatas. Obviamente no se podían poner todas, y al final el número quedó reducido a 409 obras, de 72 países diferentes, aunque este año Alemania sea con mucho el que más representantes tiene.

En el jurado, compuesto por 50 miembros, cabe destacar la participación del actor austriaco Christopher Waltz.



En esta ocasión actores de la talla como George Clooney, Matt Damon o Ralph Fiennes se dejaron caer por el festival.


No pude estar allí presente, pero un amigo mío si que estuvo, Gonzalo Hernández, colaborador en la revista independiente de cine El antepenúltimo Mohicano y muy amablemente me ha hecho el grandísimo honor de concedernos una crónica de lo que fue su experiencia en el festival.
Nunca le había dado la palabra en el blog a nadie, pero la ocasión sin duda la merece, así que nada, aquí os dejo con el y con su crónica:
Día 6 de Febrero. Comienza oficialmente la 64 Edición del Festival Internacional de Cine de Berlín. Los preparativos no han sido pocos. Como periodistas con los medios justos, organizamos un grupo para compartir piso y gastos. Encontramos varias opciones y nos acabamos decantando por un apartamento en la Calle Steinstrasse, sólo a cinco minutos de la Plaza de Rosa Luxemburgo, y a unos diez de la céntrica Alexanderplatz, lugar donde termina la linea de autobus TXL que hace un recorrido del aeropuerto de Tegel a la plaza en aproximadamente unos 45 minutos.
La ubicación no presenta inconvenientes. El barrio está lleno de restaurantes de cierto nivel, con un gusto estético muy afín a lo que es Berlin Mitte. Lo comprobamos cada mañana en nuestro recorrido habitual hasta la parada de metro de Oranienburger Strasse, donde cogemos la línea S1 hasta Postdamer Platz, centro neurálgico de la Berlinale. Allí, tras Postdamer Strasse, y justo enfrente del Sony Center, la organización corta la calle al tráfico no relacionado con la prensa o con el festival.
El Centro Comercial Arkadian, el Starbucks y los puestos de la Street – constituyen los puntos habituales en los que todo el grueso de la prensa recupera fuerzas, inyectándose en vena un par de espressos y un kebab, o un Latte Machiatto (la elección más socorrida) mientras se decide entre una hamburguesa o una caravana de noodles, una de las opciones que más abundan en el centro, obviando las famosas Currywurst alemanas.
Aunque los precios de los cafés puedan resultar algo caros, lo cierto es que es posible llenarse el estomago pagando no más de 8 euros. En ese sentido, los precios no son mucho más peores que en España. Si cabe achacar una lentitud en sector servicios que se expande prácticamente a toda cafetería en la uno entre. Cinco personas atendiendo, y colas de diez o más clientes son norma habitual en Berlín y parece sorprender poco entre la gente. Es algo a lo que hay que acostumbrarse y si son las 8:45 y tu pase es a las 9:00, aunque la cafetería este junto al cine, no cuentes con que te de tiempo de entrar.
Por otra parte el festival en si mismo evidencia una organización eficaz, aunque poco centralizada. En el Berlinale Palast se emiten normalmente los primeros pases del día. Tres películas de Sección Oficial con estrenos a las 9:00, las 12:00 y las 15:30 – 16:00 de la tarde, dependiendo del día. Por la tarde, las secciones paralelas nos obligaban a trasladarnos. Si teníamos suerte, el CinemaxX era nuestra segunda casa. Situado en una de las boca calles de la Postdamer Strasse, era el segundo cine en importancia de la organización, pues allí era donde se hacían normalmente la mayoría de segundos y terceros pases de cada filme. A partir de ahí, la Berlinale ramifica su geografía. 
El imprescindible Zoo Palast se convierte en uno de nuestros lugares favoritos. Butacas de cuero reclinábles, espacio amplio para poder estirarse, filas escalonadas y una pantalla que se ve perfectamente desde cualquier punto. Los CineStar del Sony Center o los Cubix de Alexanderplatz copan la segunda mitad de Festival, cuando los estrenos empiezan a abrirse al público. Estrenos como The Monuments Men escogen el Friedrich Palast como segundo pase, y el Colosseum, el Internacional o la Casa de la Cultura situada en el Tiegarten obligan a estar atento a horarios y a encajar trayectos.
Las líneas de metro son sencillas, aunque la falta de control en Berlín despierta indudablemente, la picardía española cara al pago de tickets. El S es una línea poco vigilada. No se puede decir lo mismo del U Bath, donde revisores de metro recorren los vagones revisando los tickets de los clientes. Pero es un servicio que funciona con eficiencia, manteniéndose abierto las 24 horas, aunque con tiempos de espera que pueden llegar a los 15 o 20 minutos.
También ha sido el primer año en el que la Berlinale ha habilitado Salas de Prensa con wifi integrado para los medios asistentes. Dos en concreto. Una en el Berlinale Palast, abierta hasta las 19:00 horas (horario poco exacto) y otra en el Hotel Hyatt justo enfrente, otro de los lugares de paso obligados de cada mañana, donde el stand de tickets para las sesiones de la tarde (que, al estar a abiertas al público requerían de pase), se convertía en el punto de encuentro minutos antes de la primera película del día si uno quería asegurarse un hueco.
La dinámica de movimiento en el festival es rápida. Uno se mueve entre el cine y la sala de prensa, con breves paradas en una cafetería, entre película y portátil, sin tiempo para apreciar nada. Es clave si se quiere cubrir un festival como este, en primer lugar, encontrar un lugar con buena localización. Es difícil, por no decir imposible, tener algo a buen precio junto a Postdamer Platz. No podemos pedir peras al olmo, pero un trayecto que no dure más de 15 minutos. Las zonas de Rosa Luxemburgo ofrecen buenas posibilidades. Si además el certamen en cuestión no está centralizado en un único sitio, como si ocurre en Cannes, es conveniente conocer las localizaciones y rutas para llegar a cada cine, y para ello, y sin ánimo publicitario, Google Maps nos ha salvado la vida en varias ocasiones. También es muy aconsejable contratar tarifa roaming. Ahorrará quebraderos de cabeza. En cualquier caso, las Salas de Prensa cuentan con ordenadores que pueden utilizarse hasta la hora de cierre, pero nadie te asegura un hueco y cuando el tiempo que tienes para escribir es esencial, puede resultar bastante incomodo depender de estos lugares para trabajar.
 Es una experiencia cubrir un festival como el de Berlín. Es un certamen cómodo, menos restrictivo que otros de mayor nombre como Cannes. Y en ese sentido, muy cómodo. Su mayor handicap, la dispersión de lugares. Pero más allá de eso, la Berlinale ha cumplido con creces.



¡¡Mil gracias de nuevo Gonzalo por tu aportación!!

A mi me gusta bastante el cine, pero no soy para nada experta en estas índoles, así que os dejo un enlace por si a alguno le apetece saber quien se llevó a casa el Oso de oro.



Un saludo!!


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