27 de septiembre de 2013

Historias de Alemania en los años 40

Trabajo en una pequeña clínica de fisioterapia en un pueblecillo cerca de Colonia, tan solo estoy allí media jornada, pero a pesar de eso puedo llegar a tener hasta diez pacientes al día y como no me den charla las horas se me hacen eternas, cuando me tocan pacientes poco habladores me aburro lo indescriptible, así que siempre tanteo un poco el terreno y como la otra persona me de un poco de cháchara le hago contarme su vida y milagros. De hecho algunos se lo toman al pie de la letra y termino haciendo de psicóloga improvisada.
Tengo dos pacientes que son mis niñas bonitas, mis perlas. Son dos señoras mayores muy dicharacheras que siempre están dispuestas a darle conversación a cualquiera que quiera escucharlas y yo estoy muy interesada en ser esa persona, pues si pregunto un poquito, con tacto, me cuentan su infancia. Lo que viene ser Alemania en los años 40, plena II Guerra Mundial, relatada de primera mano.
Parece un poco feo por mi parte, pero me gusta mucho escuchar historias de esta época desde el punto de vista de los alemanes. Estamos acostumbrados a verlos a ellos como los malos de la historia, y no vamos a santificar a aquel-que-no-debe-ser-nombrado, pues no tiene perdón ninguno, pero en este país había civiles, mujeres y niños que durante muchos años estuvieron siendo bombardeados y no todos los soldados estaban en el frente porque creyesen en lo que estaban haciendo.

Tengo una paciente que nació en 1938, por lo que durante la IIGM ella tendría alrededor de 5 años. Según me dijo, su infancia son tres cosas, jugar en la calle, mujeres (en los pueblos quedaron pocos hombres) y bombas. Esta señora es hija única, y no conserva por su padre ningún buen sentimiento, habla de él con muchísimo resentimiento.
Parece ser que el día en el que iba a hacer la comunión su madre estaba arreglándola con alegría, pues ella estaba muy ilusionada, pero justamente antes de salir para la iglesia llegó a la casa un hombre extraño y su llegada fue el fin de este ansiado día, pues su madre dejó de hacerle caso para centrarse en el recién llegado y por mucho que ella insistió al final no fueron a la iglesia.
Este hombre, al que ella no conocía y del que no sabía nada, se instaló en su casa, ocupó su sofá y se presentó diciendo que era su padre. Pero aún así le había estropeado su gran día.


Como ya dije ella no tenía hermanos, pero tuvo primos de su edad, niños que según ella no habían tenido la “gran suerte” de que su padre volviese a casa después de la guerra. Su padre volvió a casa físicamente sano, no sé porque regresó cuando todavía se estaba en guerra, pero imagino que tenía que tener algunos problemas psicológicos grandes.
Cuenta que cuando sonaba la alarma, lo que significaba que iban a ser bombardeados, todos debían dirigirse al refugio subterráneo más cercano, siempre llevando consigo las mochilas de supervivencia y los documentos de identidad. Su madre y sus tías se encargaban de ella y del resto de primos, pero su padre se olvidana de todo el mundo, el cogía su mochila, sus documentos y corría hasta el refugio sin preocuparse de nadie más. Quien sabe lo que ese hombre tuvo que sufrir durante la guerra, pero parece ser que los bombardeos le aterrorizaban.
Ella dice que estas situaciones nunca le causaron miedo, los bombardeos nunca le asustaron, más bien le molestaban porque le impedían seguir jugando. Personalmente no sé hasta que punto esto es verdad o es solo autoconvencimiento, pues admite que lo que más miedo le dan son los truenos, especialmente esas tormentas que están lejos y poco a poco van acercándose, y parece que van descargando los truenos y los rayos… en esos momentos tiene que esconderse en el sitio más profundo de la casa y encender una vela, siempre, pues sino el miedo la paraliza. Ella insiste en que es solo por las tormentas, pero a mi eso me suena a trauma.
Lo que si que dice es que las bombas en si no eran lo peor, lo más horroroso era la metralla y los daños que producía, ella vio como una de sus primas pequeñas llegaba al refugio con todo el brazo ensangrentado y sin dedos, tan solo le quedaba el pulgar. Ha visto morir a bastante gente alcanzada por metralla justo delante de ella. Sobre esto no me ha contado demasiado y tampoco he querido insistir.

Unos años después de que la IIGM ya hubiese acabado, su padre seguía siempre alerta, listo para dirigirse al refugio subterráneo más cercano con mochila y papeles en mano, de hecho algunas veces todavía lo hacía, creía escuchar la alarma o los aviones llegar y se volvía loco cuando no encontraba el refugio. Le pasaba bastante a menudo y una de las veces ocurrió el día en que se había fijado de nuevo la comunión de mi paciente, que tampoco pudo hacer pues el párroco tuvo que pasarse horas enteras hasta conseguir calmar al hombre. Al final hizo la comunión, una vez que su padre hubo muerto.

Actualmente la señora está bien, tanto física como mentalmente, habla de aquella época con una indiferencia quizás demasiado sobreactuada, y a parte de esta historia no he conseguido que me cuente nada más que aquello que estaba relacionado de alguna manera con su padre.

Tengo alguna historia más por parte de varios pacientes, pero ya las escribiré en otra ocasión.


¡Un saludo!


3 comentarios:

  1. Es interesantísimo oír historias de esta gente; el abuelo de mi ex era polaco y estuvo en el ejército contra los alemanes en la IIGM, aunque nunca contó nada y de hecho era un hombre rarísimo, callado, medio violento y que decía que había visto y hecho cosas que nunca contaría, ni siquiera a su mujer o sus hijos. De hecho hace poco hasta le salió una hija alemana fruto del desfase con las prostitutas de la frontera alemana...

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  2. A mi también me encanta hablar con gente mayor que vivió en tiempos muy distintos a los nuestros.
    La entrada que has escrito hoy ,como de costumbre, muy amena.Me encanta visitar tu blog.
    Un saludo!!

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  3. Es bastante interesante lo que nos pueden contar, yo les tengo cariño a los alemanes porque sé que lo que pasaron en la post guerra no se si fue peor que la misma guerra, sobre todo las mujeres en berlin violadas y maltratadas por los rusos. Estás historias se cuentan poco, tu paciente al menos te lo cuenta abiertamente pero lo normal es que los abuelos no te suelten ni una palabra sobre el tema. Todos estan recentidos con los padres de aquella generación.

    Aún con todo eso, Alemania tiro "pa´lante" y no veas como, y tampoco me explico como. Esto nos pasa en España y aún estariamos recogiendo las piedras de los bombardeos.

    La generación siguiente a la de tu paciente es la famosa generación de los 60 y 70, que también tienen mucho que contar, esa generación también tuvieron problemas con los padres de la post-guerra (que no tenian ninguna culpa) y se dedicaron a vivir la vida viajando a francia e Italia como locos y algún aventurero mas arriesgado se iba a aquellas Españas de los 70.

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