24 de mayo de 2018

El calcetín rojo

La premisa la tomé de un ejercicio de escritura del blog Literautas. El relato debe de empezar con esta frase: “se pasó una hora buscando el calcetín rojo”.  No puede tener más de 400 palabras.


Se pasó una hora buscando el calcetín rojo. Sabía que él salía del trabajo en quince minutos y para cuando llegase quería estar lejos de allí.

Aquella mañana había sido igual de maravillosa que las últimas que llevaban juntos. Se conocían desde hacía apenas unas semanas pero habían conectado de manera inmediata. Le gustaba su sonrisa cuando la miraba, el hoyuelo de su barbilla y esa risa contagiosa que le hacía olvidarse de todas las malas experiencias pasadas.

Pensaba que con él todo iba a ser diferente, que iba a romper, de una vez por todas, esa armadura que le imposibilitaba unirse emocionalmente con alguien.

— Que tengas un buen día — le dijo él desde el quicio de la puerta antes de marcharse.

No fueron más que unas pocas palabras pero sus ojos le dijeron lo que su boca callaba. Vio el amor que aquel hombre le profesaba y el pánico se apoderó de ella.

Durante horas luchó consigo misma para obligarse a quedarse allí donde sabía que era querida. Pero una vez más el miedo a ser herida pudo con ella y sin darse cuenta fue recogiendo sus pertenencias. Era increíble cuántas cosas había llegado a traerse en esas pocas semanas.

Lo tenía todo metido en bolsas de plástico, estaba lista para irse y desaparecer de su vida como si nunca hubiese existido. Solo le faltaba una cosa: el calcetín rojo, el derecho. El izquierdo estaba bien guardado al fondo de su mochila. No es que fueran caros o especialmente bonitos pero eran de su madre y era lo único que le quedaba de ella.

Escuchó la puerta de la entrada abrirse y el corazón comenzó a latirle desfogado. Se acercó despacio hasta el pasillo y le vio parado al otro lado. Miraba las bolsas amontonadas en el suelo con una expresión tranquila, como si encontrarse aquella escena no le sorprendiese y después levantó sus ojos hacia ella.

La miró con el semblante serio pero a diferencia de lo que esperaba no había ni un solo atisbo de reproche en su sincera mirada.

En un lento gesto se llevó la mano a uno de los bolsillos de su chaqueta y sacó el gastado calcetín rojo.

— Sabía que esto pasaría así que esta mañana lo cogí. No vas a seguir huyendo, no te voy a dejar hacerlo. Es hora de que afrontes tus demonios y yo estaré a tu lado.

*

¿Qué os ha parecido? ¿Qué se os habría ocurrido a vosotros con esa premisa?
Y ya sabéis que las críticas constructivas siempre son bienvenidas.

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Si quieres leer más textos originales escritos por la autora de este blog, en este enlace los puedes encontrar todos.

¡Un saludo!




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