Es una pequeña población del estado de Nordrhein- Westfalen, Renania del Norte Westfalia. La ciudad más grande de los alrededores es Euskirchen, que está a algo más de 13km. Düsseldorf, la capital de estado, está a unos 100km.
Se ubica en el inicio de las montañas del Eifel y el río Erft pasa por su casco antiguo.
Por los restos arqueológicos encontrados en la zona se sabe que el ser humano habitó estos terrenos desde la Prehistoria.
El nombre, tan poco recordable, y la historia de este pueblo vienen de la mano, pues se supone que Bad Münstereifel es el resultado de diferentes cambios que se le dieron a Novum Monasterium.
En el año 830 el tercer abad de Prüm, Markward, fundó un monasterio en este lugar, al que llamó Novum Monasterium. Con el paso de los años este pequeño monasterio comenzó a tener cierta importancia gracias a la peregrinación y se convirtió en el centro religioso cristiano más importante de la región del Eifel.
A final del siglo IX se construyó un mercado, se le otorgó diversos derechos y alrededor del muro del monasterio se levantó un pequeño centro urbano.
Y así, en el siglo XII, el nombre de este asentamiento pasó a ser Monasterium in Eiflia. El monasterio pasó a convertirse en una iglesia, se construyó un castillo y las murallas se fortalecieron.
Desde el siglo XVIII esta pequeña población continuó creciendo con prosperidad hasta que en el año 1802 pasó a formar parte del territorio que Napoleón secularizó, e hizo que la economía de toda la zona cayese en picado.
Tras el Congreso de Viena pasó a formar parte de Prusia y aunque más adelante, las tropas nazis utilizaron algunos de los edificios, la ciudad en sí no sufrió severos daños durante la guerra. El casco antiguo ha permanecido intacto y por eso podríamos decir que este pueblo sería un buen ejemplo de cómo serían las ciudades alemanas si no hubiesen tenido que pasar por dos guerras.
El “Bad” del nombre de la población se añadió a mediados del siglo XX, cuando entró a formar parte de las Kneippkurort, que son poblaciones que poseen aguas medicinales.
En la actualidad el casco antiguo está rodeado por una muralla con cuatro puertas y todo lo interesante se encuentra dentro.
La estación central está a pocos minutos andando de la puerta norte, la Werther Tor.
Las puertas y la muralla.
Hasta el siglo XVIII las cuatro puertas de la ciudad tenían un puente levadizo y rejas de hierro.
La Werther Tor, la puerta del norte, lleva el nombre de un antiguo poblado, Werthe.
La Johannistor, la puerta del este, se llamó así en honor a un párroco, San Juan.
La Orchheimer Tor, la puerta sur, tiene el nombre de uno de los antiguos barrios de la ciudad.
La Heisterbacher Tor, la puerta del oeste, lleva el nombre de la calle que acaba allí.
Tanto las puertas como las murallas han sido reconstruidas, algunas de las torres eran más altas a como son en la actualidad.
Burg Münstereifel – Castillo de Münstereifel
Se comenzó a construir en el siglo XIII por orden de Walram von Bergheim. A lo largo de los años ha sido reconstruido en varias ocasiones.
En la actualidad es una propiedad privada. Una parte se puede visitar, pues se hizo restaurante y la otra parte del castillo se habilitó como viviendas de lujo.
Kirche St. Chrysanthus und Daria – Iglesia de Crisanto y Daría
Es la basílica más importante de la ciudad. Es de estilo románico y es en lo que se convirtió el Novum Monasterium.
Sankt Donatus, Jesuitenkirche – Iglesia Jesuita
Se comenzó a construir a mediados del siglo XVII, y forma parte del antiguo colegio Jesuita, que ahora es un colegio: St. Michael-Gymnasium.
Hürten-Museum, Romanisches Haus – Casa romana
Construida en el año 1167. Es la casa más antigua del oeste alemán construida en piedra natural.
En la actualidad es un museo donde se exponen diferentes piezas halladas en la ciudad y en los alrededores.
Rathaus – Ayuntamiento
Fue construido a dos tiempos, en el siglo XIV y en el siglo XVI.
El casco antiguo tampoco tiene mucho más que ver, es bastante pequeño y lo mejor es perderse por las callecitas que quedan dentro de las murallas y disfrutar del paisaje.
Heino, un famoso cantante alemán regenta un café en esta ciudad. Nunca he ido, pero parece ser bastante conocido por la zona.
Opinión personal:
He visitado este pequeño pueblo muchísimas veces, se tarda poco en ver y la verdad es que es un paseo bastante agradable. En un par de horas se visita todo y uno se queda con una muy buena idea de cómo eran los pueblos alemanes.
No suele haber una gran concentración de turistas, menos en una parte de la ciudad donde han puesto un outlet y las fachadas y las casas han perdido un poco de su encanto. Pero aun así es una visita muy recomendable si estás por la zona.
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Alemania es un país lleno de lugares con encanto que esperan ser descubiertas; grandes urbes, pequeñas ciudades y pueblos que parecen estancados en el tiempo. ¿Te animas a descubrirlas con nosotros?
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