No sé que es lo que tendrán los bares españoles, si es la
comida, la bebida, la gente o es el bar en si mismo. Pero ese olor que todos
ellos desprenden es único y no se puede encontrar en ningún otro lugar.
No hay que adentrarse mucho en el local, nada más abrir la
puerta ya nos llega ese olor característico.
¿A qué huele un bar
español? ¿Sinceramente? Es algo que me es absolutamente imposible de describir,
simplemente huele a algo conocido, algo muy familiar, huele a España, a casa.
Y conforme más vas adentrándote en el bar irás viendo pequeños
y antiguos conocidos que nunca pensaste echar de menos.
Ese suelo limpio a excepción del trozo que se encuentra
justo debajo de la barra. Ahí habrá una acumulación intermitente de servilletas
de papel dobladas en bola, o sobrecillos de azúcar vacíos. Y lo más curioso es
que no importa que el camarero acabe de barrer hace excasos segundos, estos
papeles aparecen de la nada. Sepodría decir que son algo así como las setas de
los bares. Algunos establecimientos intentan evitar esta proliferación
colocando papeleras debajo de la barra, bien ancladitas, pero no, a pesar de
ello aún hay papeles bolita por el suelo. Y si lo pensáis, ¿no será posible que
sean esas papeleras las que crean los papeles en suelo? Quien no ha cogido
alguna vez una servilleta, la ha estrujado y la ha tirado a la papelera, a ver
si encesto... y cuantas de esas bolas no
encestadas se han quedado donde han caído, si total, por una más... nadie se va
a dar cuenta...
Y el café... de eso casi que mejor ni hablamos. Las
comparaciones son horribles, pero es que es salir de España y ya puedes
olvidarte de pedir un café en los bares. Ningún buen consumidor de café que se
precie puede decir que el café del extranjero es bueno y Alemania no es para
nada la excepción, aguachirri le llaman a eso en mi tierra.
De las tapas ya os hablé largo y tendido en esta entrada. Yo
aún me sigo negando a pagar por una tapa, lo siento, va en contra de mi
religión. Y además es que en Alemania siguen sin entender el concepto de tapa y
o bien pagas o no te van a poner ni la cascara de los cacahuetes. Y yo digo, no
tiene que ser una elaborada paella, con unas pipas es más que suficiente, pero
muchacho, dame arrgo con lo que acompañar a la bebida, que a algunos el alcohol
se les sube muy deprisa... Y a los alemanes no les gusta nada la cerveza...
Y volviendo de nuevo a las servilletas, un día os contaré la
lucha que debieron de mantener hace ya muchos años los alemanes con ellas. Tuvo
que ser una dura pelea a muerte, pues parece que les han cogido mucho rencor y
tan solo las utilizan en momentos puntuales y siempre que sea absolutamente
necesario. Los servilleteros son objetos en serio peligro de extinción, así que
cuando regresé a España y vi uno de ellos... con esa forma metálica
rectangular, viejos no, prehistóricos... simplemente épicos. Y con su
acompañante habitual, el palillero. Objeto que creo, jamás ha visto un alemán
fuera de sus fronteras.
Aunque he de decir en favor de los teutones, que aunque las
servilletas no les gusten en demasía, al menos las suyas limpian... No sé
vosotros, pero las que yo me encuentro en los bares son finas transparentes. Y
ya lo dijo Luis Piedrahita, son impermeables. Cada vez que tienes que limpiarte
algo con un nivel de grasa bajo-medio acabas utilizando todas las servilletas
disponibles del servilletero de tu mesa y de la de al lado.
El otro día expuse en voz alta mi frustración ante la
expansión del tomate de las bravas por toda mi mano y la nula absorción de la
servilleta que debía de haberse declarado en huelga. Y cual fue mi sorpresa
ante la respuesta de mi madre.
Es que no te estás limpiando con el lado bueno, tienes que
darle la vuelta.
Porque como bien sabe todo el mundo, uno de los lados de las
servilletas es impermeable y el otro absorbe más que la vileda.
Aunque para no desmeritar a mi madre, que además va a leer
esto y no quiero que me llene el cogote de capones, diré que en parte lleva
razón. Hay uno de los lados que es peor que el otro, uno al menos no extiende
más la grasa, la deja donde está, sin inmutarse por nadie ni nada. Pero vamos,
para que engañarnos, ninguno de los dos lados realiza su función servilletíl.
Y por último, no quiero acabar sin mencionar las barras.
Quizás algunos bares modernos las hayan cambiado a algo un poco más bonito,
pero un bar español, de esos típicos, con recortes de alguna corrida de toros
colgadas en las paredes, el escudo del equipo de fútbol del dueño o antiguas
fotos de lo que fue la ciudad hace ya unos cuantos años. En estos bares la
barra solo puede ser de una manera, metálica. Y punto.
Está claro que hay bares en España que se han modernizado y ya no tienen estas cosas, Pero eso ya no es un bar típico. Ese al que has ido siempre, el de toda la vida, estoy segura, se va a parecer mucho a este que os cuento.
He ido a muchos restaurantes españoles en Alemania, pero ninguno
se puede comparar con los de verdad. Y tan solo en uno he podido oler ese olor
característico del que os hablé al principio.
Ahora que estoy pasando unos días en España me estoy dando
cuenta de unas cuantas cosas que diferencian nuestros países. Casi siempre son
detalles pequeños, pero no por ello dejan de ser curiosos.
Espero que estéis pasando unas felices fiestas y perdonad la
falta de actualización.
Un saludo!!
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