18 de enero de 2013

Psicosis en Stuttgart - Parte I


Hace ya unos meses, cuando estaba inmersa en plena búsqueda de piso di con una señora que alquilaba una habitación. La señora en si era un poco extraña y vivía con dos gatos, se lo comenté a mi amiga china y de ahí salió a la luz una historia curiosa, de esas en las que piensas, seguro que me estás tomando el pelo, algo así no te pude pasar.

- ¿Que tal estaba el piso de hoy?
- Bueno... era una señora más o menos mayor, que vive sola, bueno, sola sola no. Hay dos gatos.
- Uuuuuu. ¡Eso nunca es bueno! Esas señoras siempre esconden un lado oscuro. ¿No te he contado mi convivencia de un mes con la señora de los gatos de Stuttgart?
- No. ¿Estaba más loca que tu actual compañera de piso?
- Mi compañera de piso es un ángel comparada con ella.
- ¿¿De verdad?? Cuenta, cuenta.


Nos remontamos al año 2011, cuando me mudé desde Baviera a Stuttgart, encontré a esta señora de forma provisional, me iba a quedar con ella un mes hasta que consiguiera algo mejor.
Lo primero que hizo nada más llegar no fue darme la mano y presentarse, no. En el momento en el que abrió la puerta y me vio me tendió unas hojas.

- Estas son las normas que debes de acatar mientras que estés en esta casa. Si no te gustan puedes irte cuando quieras - me dijo plantada delante de la puerta sin dejarme entrar - léelas y luego te enseño donde está tu habitación.

- Son seis folios por las dos caras...
- Si. Entiendes lo que pone, ¿verdad?
- Lo entiendo - aunque no sé si me va a gustar esto.

Leí las normas un poco por encima, pero pensaba que se estaba quedando conmigo. Punto por punto estaban explicadas más de sesenta situaciones que no podían darse. Casi todo lo imaginable lo había prohibido, y la gran mayoría eran cosas normales. Pero no conocía a nadie en la ciudad y no tenía  ningún otro sitio al que ir, así que tuve que aceptar.



- ¿Tienes todavía esas hojas? ¡¡Yo quiero verlas!!
- No lo sé. Creo que entre las mudanzas se perdió. Pero aún me acuerdo de algunas cosas.


- En la planta de arriba está tu habitación y aquí esta el baño. ¿Trabajas por la mañana?
- Si.
- Como habrás podido leer en las normas, no puedes pasar más de veinte minutos seguidos dentro del baño. Solo te puedes duchar dos veces a la semana, en la bañera, porque la ducha no se usa.
- ¿Esta rota?
- No, es nueva y si no se usa no se mancha y así no hay que limpiarla.
- Pero... ¿solo dos veces a la semana? ¿¿Y como me voy a duchar en la bañera?? No hay cortinas, se va a mojar todo.
- No, tienes que ducharte de cuclillas, así mira.
Y para mi total y absoluto asombro se metió en la bañera, se agachó hasta ponerse en cuclillas y comenzó a hacer como que se duchaba.
- ¿Ves? si lo haces con cuidado no tienes porque mojar nada - me dijo con una sonrisa desde dentro de la bañera.


- ¿¿¿¡¡De verdad se metió dentro!!??? esa señora está muy loca.
- Te lo prometo.
- ¿Y como era eso de los veinte minutos?
- Si ella estaba en la casa y yo estaba más de veinte minutos en el baño me llamaba para que saliera.
- ¿Pero por qué?
- No lo sé. La verdad es que me daba cosa preguntarle.
- ¿Y solo te duchabas dos veces a la semana?
- No, esperaba a que ella no estuviera para ducharme.
- Y usaste la ducha.
- ¿Estas loca? ¡No! seguro que se daba cuenta.
- ¿¿¡¡Entonces te duchaste de rodillas!??
- Tampoco, me duchaba de pie. Trataba de mojar lo menos posible y luego secaba con una toalla lo que había mojado.
- ¿Y no pasó nada?
- Te cuento.


El primer día me duché como cualquier persona normal lo haría. Tuve cuidado y creo que no mojé demasiado.
Nada más abrir la puerta del baño me la encontré fuera, esperando. En cuanto me vio se metió corriendo y comenzó a inspeccionarlo todo.
- ¡¡No te has duchado agachada!! - me acusó.
- No, pero he secado todo lo que he mojado.
- ¡¡Ooooohhh!! ¡¡Mis pobres muebles!!¡¡ Mis muebles de madera!! ¡Se van a estropear! - se puso a sollozar, se tiró al suelo y con una toalla comenzó a secar como una loca todo lo que no estaba del todo seco - Tienes que ducharte de cuclillas!!



- ¿Y que hiciste?
- Me fui a mi habitación.
- ¿La dejaste ahí?
- Si.
- ¿Y te duchaste de cuclillas?
- No, pero tuve más cuidado y no volvió a decirme nada.
- Que fuerte. ¿Que más cosas te pasaron ahí?
- Pues por ejemplo no podía traer a nadie de visita. Era otra de las cosas que estaba escrita en los seis folios por las dos caras.



Continuará...


Psicosis en Stuttgart - Parte II 
Psicosis en Stuttgart - Parte III 
Psicosis en Stuttgart - Parte IV

Un saludo!!





6 comentarios:

  1. Y no tenías que preparar la comida con un embudo del revés y recubierto de papel de aluminio sobre la cabeza? Porque la verdad, leído lo leído, no me sorprendería...

    Saludos!

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    1. Esto no me pasó a mi, fue a una amiga mía. Pero no se queda aquí la cosa, la señora tiene muchas manías extrañas.

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  2. Dios... y pensaba que Sheldon Cooper era maniático. XDDD
    Jamás creí de verdad que alguien se molestara en escribir seis folios de reglas de convivencia por ambas caras. Ya ese dato es un muy mal comienzo. xDD
    Yo no habría tenido tanta paciencia con la señora. Ya lo digo.

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  3. Eso da para argumento de peli de terror XD

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  4. era una señora con un trastorno obsesivo-compulsivo. Mi madre tiene el mismo subtipo que ella y es española, por lo que no debes achacarlo a que sea alemana. si yo te contara cómo se comporta mi madre... no sabría por dónde empezar. Pero ellos sufren. Tienen el grillo ahí todo el tiempo sacudiéndolos y no pueden pasar de él.

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