16 de noviembre de 2015

Mi cerebro y yo

Hace ya unos años que comenzó la salida masiva de gente de nuestro país, muchos de ellos fijaron su nueva residencia en Alemania, se estima que somos más de 120.000, cifra que diría se queda muy corta, pues no todos los que viven en Alemania se habrán dado de alta en la embajada.
A esto le añadimos los miles de personas provenientes de América Latina que también viven en este país.
Y los tropecientos mil alemanes que pasan los veranos en Mallorca.
Si juntamos todas estas cifras la cantidad de personas que hablan español y que residen en Alemania es enormemente alta.

Bueno, pues sabiendo esto, siendo consciente de este hecho, mi cerebro no lo termina de entender.

Tengo pacientes españoles, latinos y muchos alemanes que me hablan en mi propia lengua.
Por debajo de mi casa pasa todos los días una familia de españoles.
Y es raro el día que no escucho castellano por la calle.

Pues aún así yo no termino de procesar todo esto y hablo por la calle como si nadie fuese a entenderme.

Mismamente, el viernes por la tarde me autoprocuré una de esas situaciones vergonzosas de tierra trágame.

Estábamos en el supermercado y la chica que había delante de nosotros quería coger un paquete de chicles que se encontraba al fondo de un cajón. Estaba demasiado lejos y no podía llegar con la mano y sin siquiera pensarlo cogió el plástico que se utiliza para separa las compras y con él pudo acercarlos.
Fue en un segundo, visto y no visto. Parecía que esta no era la primera vez que lo hacía y me llamó la atención lo fácil que lo hizo.
Así que le dije a mi compañero de piso, "vaya técnica más buena".
Y justo en ese momento la chica se giró y me miró fijamente...
Ups... pillada...
Por suerte no había dicho nada malo, pero aún así me avergoncé bastante.

Y ayer por la tarde fuimos a uno de esos armarios que hay por la calle donde la gente deja libros. Una señora nos abordó, alemana, pero trabaja como profe de español en Bonn, su castellano era impecable. Y justo después llegó otro teutón que decía vivir en Cádiz, el señor se puso hasta a contarnos chistes en español... Fue surrealista.

Mi cerebro es consciente de estas situaciones, pero no sé porque no termina de aceptarlo y nada le impide ir hablando por la calle de cualquier tema personal, sin tener en cuenta que es muy posible que haya gente que este entendiendo lo que estoy diciendo...

Es como si asociase Alemania con "nadie me entiende" y obvia todas las experiencias pasadas.
En España es probable que también hablase de cosas personales por la calle, pero me cuidaría un poco más de lo que hablo, pero seguro que lo haría con un tono de voz mucho más bajo. No soy de las que hablan alto, pero cuando el vagón del tren va en silencio solo se nos oye a los españoles y cuando oímos alguien hablar en nuestro idioma todos escuchamos un poco la conversación, al menos al principio, es algo inevitable.

Por suerte no soy una persona metomentodo ni me suelo meter donde no me llaman, así que los comentarios que pueda hacer no creo que vayan a llevarme a ningún problema, pero de todas formas el bochorno del momento no me lo va a quitar nadie.

Ya llevo tres años por aquí y aún no lo asimilo... ¿lo lograré algún día? Decídme, por favor, que no soy la única a la que le pasa esto...

Un saludo!!





4 comentarios:

  1. jajajaj, a mí también me pasa mucho, bueno, mejor dicho, me pasaba, porque tuve un escarmiento gordísimo:

    Resulta que estábamos un grupito en un bar bastante lleno y el camarero de nuestra mesa era un poco lento, es decir, que no se estresaba con los pedidos, así que, en una de estas solté pa todos: "vaya tío más huevón! Se lo toma con calma, eh!" Y la velada transcurrió con normalidad hasta que llegó la hora de pagar. El chico que había a mi lado, cuando iba a pagar, no entendió muy bien la cantidad, y me dijo "cuánto me ha dicho?" y yo dije "no sé", no supe responder porque no había prestado atención, a lo que el camarero nos respondió en un clarísimo español de Cuenca: "catorce con setenta" Ohhh, neeeein!!! Tierra trágame! jajaajjajja No sabemos si antes me había oído insultarlo o no, pero se pasa mal, eh? Desde entonces, hablamos mucho con ese chico alemán (de madre española), es super majo siempre con nosotros! Asumimos que no me escuchó o "no quiso" escucharme... :)

    Irene, tu cerebro alomejor necesita un escarmiento parecido al mío para asimilarlo?

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    1. Uyyyy wie peinlich... Quizás un buen tierra trágame es lo que necesita, sí... pero que vergüenza.
      Un saludo!!

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  2. Jejejeje, la verdad es que nos cuesta mucho acostumbrarnos cada vez que vamos a otro lugar. Os admiro mucho por vuestra valentía, espero poder seguir leyéndoos. Un abrazo.

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    1. Buenas Silfide. Y nosotros esperamos leerte a ti también :D
      Un saludo!!

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