29 de octubre de 2020

Las doce princesas bailarinas - Die zertanzten Schuhe

 Las doce princesas bailarinas, en alemán “Die zertanzten Schuhe”, es el cuento número 133 del libro "Cuentos de la infancia y del hogar" escrito por los hermanos Grimm. 


Érase una vez un rey que tenía doce hijas, a cada cual más hermosa. Dormían juntas en una habitación con las camas pegadas unas a las otras. Por las noches, cuando ya se habían acostado, el rey cerraba la puerta con llave y corría el cerrojo. Mas por la mañana, al abrir de nuevo las puertas, se percataba de que los zapatos de las muchachas estaban estropeados de tanto bailar, y nadie podía explicar qué era lo que había sucedido.

El rey decidió hacer un llamado a su pueblo: quien descubriese adónde iban las princesas por la noche a bailar, podría elegir una, tomarla como esposa y, cuando el rey muriese, ocuparía su lugar en el trono. Mas había una pequeña condición, si el que se ofreciese a descubrir el secreto no podía resolverlo en tres días y tres noches, perdería la vida.

Poco tiempo después un príncipe se presentó, declarando que sería capaz de resolver el misterio. Su llegada fue bien recibida, y por la noche se le condujo a una habitación ubicada al lado de la de las princesas, donde se instaló una cama. Para que su tarea de vigilar y averiguar adónde iban las muchachas fuese efectiva, el rey decidió dejar la puerta abierta.

Mas por la noche, el príncipe empezó a sentir que tenía plomo en los ojos y se acabó durmiendo. Al despertar por la mañana se horrorizó al darse cuenta de que las doce hijas del rey se habían marchado a bailar, los zapatos estaban completamente desgastados y llenos de agujeros.

La segunda y tercera noche pasaron exactamente igual, y el príncipe fue decapitado sin ninguna compasión. Después de él se presentaron muchos más candidatos, pero todos acabaron igual; perdiendo la cabeza.

Un tiempo más tarde, un pobre soldado iba en dirección a la ciudad, había sido herido y no podía seguir en el ejército. Se encontró con una mujer que le preguntó adónde iba:

—Ni yo mismo lo sé —contestó, y añadió en tono de broma—: Me gustaría averiguar dónde desgastan sus zapatos las princesas y luego convertirme en rey.

—Bueno, eso no es tan complicado —dijo la mujer—. Lo único que tienes que hacer es no beber el vino que te llevarán por la noche y simular estar profundamente dormido. —Le dio una pequeña manta y añadió— con esto te harás invisible, y así podrás seguir a las doce muchachas.

Con esas instrucciones el soldado se tomó en serio la idea, así que se encaminó hacia el palacio para presentarse como voluntario. Fue tan bien recibido como los anteriores y le dieron vestidos principescos. Por la noche fue guiado a la habitación contigua a la de las princesas, mas cuando se iba a meter en la cama la hermana mayor le ofreció un vaso de vino. Pero el soldado, que ya estaba alertado, se había atado una esponja a la barbilla y dejó que el vino resbalase, sin beber ni una sola gota. Se acostó y al poco rato empezó a roncar como si estuviese profundamente dormido.

Las doce hermanas lo escucharon y rieron.

—Se podía haber ahorrado su muerte —dijo la mayor.

Luego se levantaron, abrieron los armarios, arcas y cajones y sacaron magníficos vestidos. Se prepararon delante del espejo y saltaron de un lado a otro, contentas por marcharse al baile.

—No sé… vosotras estáis muy felices. Pero yo tengo una sensación horrible. —Empezó a decir la más pequeña—. Siento que nos va a ocurrir una desgracia.

—Eres una tonta que siempre se asusta de todo —respondió la mayor—. ¿Te has olvidado ya de cuántos príncipes han tratado, en vano, de descubrirnos? Al soldado no hacía falta ni darle la poción para dormir, el muy patán ni se habría despertado.

En cuanto estuvieron listas pasaron por la habitación del soldado, pero el hombre tenía los ojos cerrados y permaneció quieto, haciéndoles creer que estaba completamente dormido.

La mayor de ellas se dirigió a su cama y le dio unos golpes. El mueble empezó a hundirse en el suelo y todas pasaron por la abertura, una tras otra, la mayor la primera. El soldado, que lo había visto todo, las siguió presuroso. Tomó su pequeña manta invisible y se metió en el hueco tras la hermana pequeña; a mitad de la escalera le pisó un poco el vestido.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó la chica, asustada—. ¿Quién se agarra a mi falda?

—No seas tan estúpida. Te habrás enganchado con algo —respondió la mayor.

Continuaron bajando y, cuando llegaron al final, se encontraron en una maravillosa avenida llena de árboles con hojas de plata que refulgían con esplendor. 


«Necesito una prueba de esto», pensó el soldado, mientras arrancaba una ramita, produciendo un fuerte crujido al romperla.

—Algo no está bien, ¿habéis escuchado ese ruido? —preguntó la más joven.

—Son disparos de júbilo, porque pronto podremos liberar a nuestros príncipes —contestó la mayor.

22 de octubre de 2020

Bombas en Alemania

A pesar de que el final de la Segunda Guerra Mundial queda ya lejos, han pasado 75 años desde entonces, a día de hoy en Alemania todavía quedan indicios vivos de aquella terrible época.

El país fue completamente bombardeado, hubo ciudades que quedaron destruidas hasta los cimientos. Muchas de las bombas que el Ejército Aliado lanzó no llegaron a explotar, y algunas se mantienen activas en el subsuelo, enterradas a varios metros de profundidad sin que nadie sepa de su existencia, hasta que salen a la luz. Se suelen encontrar de manera fortuita durante las excavaciones para construir pisos nuevos; incluso cuando se hacen encima de los restos de casas posteriores a la guerra. Las casas antiguas tienen un sótano, como mucho, pero con las nuevas edificaciones suelen construir también cocheras subterráneas, lo que implica hacer agujeros más hondos. Y así es como los obreros se encuentran con esos peligrosos objetos.

Los artefactos explosivos no se vuelven menos peligrosos con el tiempo; la edad y los efectos de la corrosión pueden incluso aumentar su peligrosidad. Por tanto, la eliminación de estas municiones sigue siendo una tarea muy importante, incluso décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial.


El órgano encargado de la búsqueda y destrucción de toda esta artillería, ya sean municiones, bombas o granadas, es el Kampfmittelbeseitigungsdienst (KBD) “servicio de eliminación de municiones”. Aunque no solo destruyen estos peligrosos objetos, sino que también comprueban la contaminación que hayan podido dejar y se aseguran de que la zona en la que estaban enterradas sea segura. A parte de los descubrimientos realizados por casualidad, este órgano analiza las casi 330.000 fotografías aéreas que los Aliados tomaron de Alemania para controlar las regiones que bombardeaban, por lo que con ellas se puede saber con bastante exactitud dónde cayeron las bombas.

En caso de que alguien encuentre una bomba en su propiedad, está terminantemente prohibido intentar manipularla uno mismo. Hay que dar aviso a la policía o los bomberos.

No estoy segura de si todas las normas sobre este órgano son a nivel nacional o cada estado tiene su regulación. Por lo que he encontrado, en algunos Bundesländer hay tantas peticiones para desactivar municiones, que si este órgano no puede llevarlo a cabo, existen empresas privadas que lo realizan. Creo que luego el Kampfmittelbeseitigungsdienst reembolsa todos los costes, pero no puedo asegurar que sea así en todo el país (aunque imagino que sí).

Por lo general suelen ser bombas de la Segunda Guerra Mundial, pero alguna vez ha salido la noticia de alguna de la Primera, aunque es más improbable, ya que unos años más tarde el país fue arrasado, y todo lo que había ya en el suelo y no explotó en su momento, voló por los aires.

La zona en la que yo vivo fue muy bombardeada, pues era una región con muchísima industria. Se dice que casi el 50% de los ataques aéreos que se realizaron durante la guerra fue aquí, en la región de Nordrhein- Westfalen. Por eso no es de extrañar que cada cierto tiempo tengan que evacuar una zona de la ciudad porque se ha encontrado una bomba en la excavación de un edificio, una ampliación de la carretera o cualquier otra obra que implique hacer agujeros en el suelo.


La última pasó hace pocas semanas tuvieron que evacuar a 7200 personas porque la bomba que encontraron estaba activa, pero tan dañada que era imposible de transportar, así que tuvieron que explotar allí mismo. Las preparaciones duraron bastantes horas. Para evitar que la explosión afectase a los edificios circundantes tuvieron que colocar 70 toneladas de arena encima y dos tanques enormes de agua. Aun así, los coches de los alrededores resultaron dañados, aunque no las casas.

La primera vez que me enteré de que habían encontrado una bomba de la Segunda Guerra Mundial en mi ciudad me quedé muy sorprendida. No era algo que me esperase y casi que me dio un poco de miedo. ¿Estamos viviendo encima de minas sin ser conscientes de ellos? Después de tantos años aquí ya me he acostumbrado, pero cada vez que oigo que pasa de nuevo, siempre siento un enorme respeto por la situación.

Por suerte nunca he tenido que ser evacuada por que se haya encontrado una bomba donde vivo o trabajo, espero que nunca pase. ¿Y vosotros? ¿Habéis vivido alguna vez esa situación?

¿Qué os parece esto? ¿Pensabais que a día de hoy todavía podían quedar bombas activas enterradas?


Bibliografía:

Stadt koeln.de
Im.nrw
Rp.baden-wuerttemberg.de


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15 de octubre de 2020

Sacro Imperio Romano Germánico - Dinastía Otoniana

Como ya vimos en la entrada anterior de historia en la que hablamos de los Carolingios, Carlomagno fue coronado en Roma como Imperator Augustus, este hecho se podría considerar como el que pone las bases para la creación del Sacro Imperio Romano Germánico, a partir de ese momento todos los emperadores fueron coronados por el papa, lo que unió al imperio y a la iglesia durante muchos siglos. Pero no fue hasta el 962 cuando se formó de manera oficial el Sacro Imperio Romano Germánico. La primera dinastía fue la Otoniana, también llamada Sajona, pues los reyes provenían de Sajonia. 

El primero de la dinastía fue Enrique I de Sajonia (919-936), más tarde conocido como “el Pajarero”. Fue duque de Sajonia antes de convertirse en rey de Alemania. Se supone que el sobrenombre proviene porque en el momento en el que recibió la noticia de que iba a convertirse en rey estaba cazando aves.

Su reinado comenzó en el año 919 y desde el principio estuvo lleno de conflictos, en especial con la vecina Lorena, hasta que unos años más tarde la une a su reino. También consiguió someter Borgoña y durante diez años tuvo que pagarles a los húngaros un tributo para que no les atacasen. Los húngaros eran algo así como los sucesores de los hunos; unos guerreros muy poderosos y con pocos escrúpulos a la hora de robar y matar. Durante estos años de tregua Enrique I se preparó para acabar con sus enemigos, construyó castillos en la frontera este de su reino y aumentó el número de jinetes.

En el año 933 los húngaros volvieron a atacar, pero el pueblo franco estaba lo suficiente preparado para contener el ataque. A mediados de marzo el ejército del rey Enrique I consiguió una importante victoria en las orillas del río Unstrut, y empujados por este triunfo atacaron a los vikingos que se había asentado al norte. Esta campaña también la ganaron y consiguieron expandir las fronteras del reino. A Enrique I se le consideraba un hombre muy inteligente y perspicaz que supo resolver con acierto todas las dificultades que se le pusieron por delante.

Lo sucedió su hijo Otón I el Grande (912-973), que es considerado por muchos como el primer emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y el que le da nombre a su dinastía.


En el año 936 fue coronado rey en Aachen, en el trono de Carlomagno. En el 955 marchó con un enorme ejército, reclutando soldados de todo su reino, y se dirigió hacia Lechfeld, al noroeste de la actual Augsburgo, en una llanura junto al río Lech, para luchar de nuevo contra los húngaros. Su victoria fue aplastante, y supuso la última incursión del pueblo húngaro en la Europa Central.

Esta importante victoria, comandada por Otón I le dio el nombre de “el Grande”, como se le llamaría desde entonces. También se le denominó “Vater des Vaterlands”, (padre de la patria).

8 de octubre de 2020

Babylon Berlin


Nombre: Babylon Berlin.
Director: Marcel Gisler.
País: Alemania.
Año: 2017-2020.
Género: Drama, crimen.
Duración: 45 minutos por capítulo.
Mi puntuación: 9 sobre 10.

Reparto:
Volker Bruch como Inspector Gereon Rath.
Liv Lisa Fries como Charlotte Ritter.
Peter Kurth como Bruno Wolter.
Matthias Brandt como August Benda.
Leonie Benesch como Greta Overbeck.
Lars Eidinger como Alfred Nyssen.
Benno Fürmann como Oberst Günther Wendt.
Fritzi Haberlandt como Elisabeth Behnke.
Karl Markovics como Samuel Katelbach.
Mišel Matičević como Edgar Kasabian/El armenio.



Babylon Berlin es una serie de televisión adaptada de las novelas del escritor y periodista Volker Kutscher, la saga que la inspiró es la Serie Gereon Rath, el primer libro se llama Sombras sobre Berlín y se publicó en 2010. De momento hay siete novelas publicadas, la octava se prevé que salga pronto..

La historia se desarrolla en un Berlín de entreguerras a partir del 1929, durante los últimos años de la República de Weimar. El Berlín que se nos muestra es una ciudad donde conviven todo tipo de personas, ideologías y estatus sociales. Lujuria, comunismo, hambre y depravación.

Todo comienza cuando Gereon Rath, un inspector de policía de Colonia, se incorpora al Departamento de Costumbres de Berlín (antivicio) para investigar una red de pornografía. Además, hay una foto muy comprometedora que implica al alcalde de Colonia y los demonios internos del propio inspector se pasean a sus anchas entre cada una de las dosis de su “medicina”.

Su nuevo compañero Bruno Wolter es un hombre un tanto osco y bastante serio, no confían mucho el uno en el otro, pero no les queda más remedio que trabajar juntos.

Charlotte Richter es una joven proveniente de una familia muy humilde que se gana la vida como puede, ya sea con trabajos diarios de mecanógrafa, o nocturnos de dudosa legalidad. En uno de estos días laborales se cruza en el camino del inspector Rath y, aunque es una mujer, no duda en intentar hacerse un hueco dentro de un mundo dominado por hombres machistas. 

Todo ello en un Berlín a punto de explotar, con una diferencia enorme entre las clases sociales; gente muy rica, otros muy pobres, y varios grupos de revolucionarios queriendo tomar el control. Comunistas inconformes con el gobierno y un grupo de extrema derecha muy beligerante que empieza a asomar la cabeza con fuerza, metiéndose hasta en las más altas esferas del ejército.

1 de octubre de 2020

Freiburg


Freiburg im Breisgau, más conocida como Freiburg, traducida en español como Friburgo de Brisgovia, es una ciudad del estado federado de Baden-Wurtemberg. Se la considera como la puerta de entrada a la
Selva Negra (Schwarzwald). Está ubicada al suroeste del país, y es una de las ciudades más meridionales de Alemania; a unos 180 kilómetros de Stuttgart, a poco más de 20 kilómetros de la frontera con Francia y a alrededor de 60 de Suiza. El río Dreisam, un afluente del Elz, que a su vez termina volcando sus aguas en el Rin, pasa por un lateral del casco antiguo, pero el casco antiguo de la ciudad está lleno de pequeños arroyos que se han hecho muy populares y le dan un toque único.


Tiene unos 230.000 habitantes, lo que la convierte en la cuarta población más grande del estado. Una de sus principales características es su buen clima; es una de las ciudades alemanas con mayores horas de sol anuales y con una temperatura media que ronda los 11°C.



Historia


En 1091 la familia de los Zähringer construyó un castillo en la Schloßberg y unos años más tarde, en 1120, elevaron un pequeño asentamiento en lo que hoy es el sur del casco antiguo. La construcción de estas edificaciones se considera como la fundación de la ciudad, pues la población comenzó a crecer a raíz de ello.

La excelente ubicación, los abundantes depósitos de plata que hay en la Selva Negra, así como la obtención del derecho de mercado, hicieron que el crecimiento y el poder en los primeros años fuese exponencial. En 1200 Bertold V mandó construir una iglesia nueva, que pasó a convertirse en la catedral de la ciudad.

La muerte del conde Bertold V supuso el final de los Zähringer, y su sobrino, Egino, de la familia de los condes de Urach, le sucedió en 1218. Desde entonces los gobernantes pasaron a llamarse los Condes de Friburgo. Durante los siguientes 150 años estuvieron inmersos en diversas guerras con otros gobernantes, así como en importantes disputas con los habitantes de la ciudad. Hasta que en 1368 los ciudadanos más ricos de la ciudad compraron el castillo del Schloßberg por 15.000 marcos y se pusieron bajo el mandado de los Habsburgo.

Fue una ciudad imperial entre los años 1415 y 1427. A mediados del siglo XV el Archiduque Albrecht construyó la universidad, y en 1620 los jesuitas se hicieron cargo de ella.

Durante la Guerra de los Treinta Años la ciudad tuvo que soportar numerosos ataques que diezmaron su población a 2.000 personas y destruyeron los suburbios.

En 1677 Freiburg fue asediada y capturada por las tropas francesas, este hecho fue la culminación de la destrucción de la ciudad. A instancias de Luis XIV, el constructor de fortalezas Vauban completó el trabajo de construcción iniciado por los Habsburgo, demolió las murallas de la ciudad y construyó una fortaleza con ocho bastiones alrededor del casco antiguo. En Schloßberg, se construyeron tres fuertes encima de otros antiguos castillos.

Vista del Schlossberg

Desde 1697 la posesión de la ciudad se fue alternando entre Francia y Austria hasta que en 1805 Napoleón la incorporó al Gran Ducado de Baden, y años más tarde se vio envuelta en las guerras de liberación en 1813 y 1814.