30 de septiembre de 2019

Los seis criados

Los seis criados - Die sechs Diener es el cuento número 134 del libro "Cuentos de la infancia y del hogar" escrito por los hermanos Grimm.


Hace muchos años vivían una anciana reina, que era una bruja, y su hija, que era la más bella de todas. La anciana solo pensaba en diferentes maneras para deshacerse de todos los hombres que pedían su mano. Siempre que alguno llegaba, le decía que para conseguir casarse con ella debía realizar un trabajo; si fallaban, morirían. Muchos quedaban hechizados por la belleza de la princesa, mas ninguno pudo llevar a cabo la tarea que la anciana les encomendó, y murieron decapitados. El hijo de un rey, que también había escuchado hablar sobre la belleza de la muchacha, le dijo a su padre:

—Déjame que pida su mano.

—¡Jamás! —respondió el rey—. Si vas, firmaras tu sentencia de muerte.

Al poco tiempo el hijo del rey enfermó de gravedad. Estuvo en cama durante siete años, y ningún médico pudo ayudarle. Cuando el padre vio que ya no quedaba ninguna esperanza, y con el corazón lleno de tristeza, le dijo:

—Vete y prueba tu suerte. Ya no sé cómo ayudarte.

Cuando el hijo escuchó las palabras, se levantó del lecho completamente sano y emprendió el camino.

Ocurrió que, mientras cabalgaba por un erial, vio desde lejos algo en el suelo. Al acercarse se dio cuenta de que se trataba de la barriga de una persona que se encontraba tumbada bocarriba; una barriga tan grande como una montaña. Cuando el gordo vio al viajero se incorporó y le dijo:

—Si necesitáis un criado, tomadme bajo vuestro servicio.

—¿Y qué voy a hacer yo con un hombre tan rollizo? —preguntó el hijo del rey.

—¡Oh! Esto no es nada —contestó el gordo—. Si me estiro del todo puedo hacerme hasta trescientas veces más grande.

—En ese caso sí que puedo necesitarte —dijo el hijo del rey—. Ven conmigo.

Y así, el gordo siguió al hijo del rey. Viajaron durante un tiempo hasta que en un momento se encontraron con una persona que tenía puesta una oreja en la hierba.

—¿Qué haces ahí? —preguntó el hijo del rey.

—Escucho.

—¿Y qué escuchas con tanta atención?

—Escucho todo lo que pasa en el mundo. Nada se escapa a mis oídos, incluso oigo la hierba crecer.

—Dime, entonces. ¿Qué escuchas en la corte de la anciana reina que tiene una bella hija?

—Oigo el silbido de una espada al caer sobre la cabeza de un pretendiente.

—Puedo necesitarte. Ven conmigo.

Y así, los tres continuaron el camino hasta que vieron un par de pies y unas piernas, pero el final del cuerpo no pudieron divisarlo. Cuando ya habían andado bastante, llegaron, finalmente, al cuerpo y a la cabeza.

—¡Santo cielo! ¡Pero qué hombre más largo! —dijo el príncipe.

—¡Oh! Esto no es nada —respondió el largo—, si estiro mis piernas del todo puedo hacerme trescientas veces más largo. Soy más alto que la montaña más alta. Si me quisieseis emplear, os serviría encantado.

—Ven conmigo —dijo el hijo del rey—, seguro que te puedo necesitar.

Continuaron andando hasta que encontraron en el camino a alguien sentado con los ojos vendados.

—¿Tienes los ojos enfermos y la luz te molesta? —preguntó el príncipe.

—No —respondió el hombre—. No puedo quitarme la tela, pues todo lo que veo explota. Tan penetrante es mi mirada. Si en algo puedo ayudaros, os serviré encantado.

—Ven conmigo —dijo el hijo del rey—, puede que te necesite.

Siguieron andando hasta que encontraron un hombre que, a pesar de tener todo el cuerpo debajo del tórrido sol, tiritaba de manera violenta.

—¿Cómo puedes tener frío con lo potentes que son los rayos del sol? —preguntó el príncipe.

—¡Ahhh! Mi naturaleza es completamente diferente —respondió el hombre—. Cuanto más calor hace, más frío tengo. El hielo penetra en mis huesos. Y cuanto más frío hace, más calor tengo. En mitad del hielo me derrito de calor, y en mitad del fuego me congelo.

—Eres un muchacho maravilloso —dijo el hijo del rey—. Si quieres servirme, vente.

20 de septiembre de 2019

Aldi



Aldi es una cadena de supermercados de descuento alemana que fue fundada en 1946 por los hermanos Karl y Theo Albrecht, de donde proviene el nombre de la cadena, Albrecht-Diskont.

La familia Albrecht ha sido siempre muy recelosa de su privacidad y no se conoce mucho sobre la vida de ninguno de sus miembros, ni siquiera de los dos fundadores.

Se sabe que la primera tienda fue un pequeño establecimiento de ultramarinos regentado por Anna Siepmann, la madre de Karl y Theo. Parece ser que en 1913 su marido tuvo que dejar su trabajo en las minas por problemas de salud y para sacar a su familia adelante decidió abrir esa tienda.

Tanto Karl como Theo fueron reclutados por el ejército y combatieron en la Segunda Guerra Mundial. Los dos sobrevivieron y cuando regresaron a su hogar tomaron las riendas del negocio de su madre. Lo reformaron y le cambiaron el nombre a Albrecht Lebensmittel. Con el paso del tiempo, aprovechando la postguerra, comenzaron a abrir más tiendas ofreciendo buenos precios con muchos descuentos. Hasta que en 1962, con más de 300 tiendas a lo largo de toda la Alemania Occidental, cambiaron de nuevo el nombre a Aldi, Albrecht-Diskont.

En ese año la compañía se dividió en dos: Aldi-Nord, que era de Theo y Aldi-Süd de Karl.

Aldi-Nord se mantuvo con la sede en Essen, y se quedó con los supermercados del norte del país. Y Aldi-Süd puso su sede en Mülheim an der Ruhr y se quedó con los supermercados del sur.

No se sabe muy bien qué fue lo que ocurrió para que los dos hermanos decidiesen partir el imperio que habían montado juntos, pero parece ser que fue por un desacuerdo por la venta o no de tabaco.

Después de esta separación las expansiones a otros países se hicieron de manera diferente. Los Aldi de España pertenecen a Aldi-Nord.


A pesar de tener dos nombres diferentes las dos empresas pertenecen a la misma familia.

Karl falleció en 2014 y aunque era uno de los hombres más ricos de Alemania, se encontraba en el puesto número 23 de la lista 'Forbes', no se conoce casi nada de su vida. En todos esos años concedieron muy pocas entrevistas, nunca se le vio con políticos y las fotos que hay de ellos son de hace muchísimo timepo.

Se cree que todo este secretismo viene por el secuestro de Theo en 1971, estuvo recluido más de dos semanas y su liberación le costó a la familia una pequeña fortuna. Desde ese incidente decidieron mantenerse lejos de la atención pública, para así protegerse a ellos mismos y a sus familias.

Sin embargo, poco tiempo después de que el último de los hermanos falleciese, la empresa comenzó a estar en boca de todos por los escándalos que empezaron a salir a la luz. Productos defectuosos, malas condiciones de trabajo y algunos trapos sucios de los fundadores que un miembro de la familia publicó. Como que Karl falleció por un grave problema de alcoholismo.

Cuando me puse a investigar la historia de este supermercado, me pareció muy curioso no encontrar casi datos de los fundadores, ni en español, ni en alemán. Fueron, realmente, muy reservados con sus vidas privadas, aunque si es cierto lo del secuestro, puedo entenderlo a la perfección.

Personalmente, de los dos supermercados de bajos precios por excelencia, Aldi y Lidl, el Aldi es el que menos confianza me da y el que menos me gusta. Siempre que voy el trato de los trabajadores deja mucho que desear y pasan tu compra tan rápido que más de una vez han estado a punto de tirarme algo al suelo, porque el espacio ridículo que tienen en las cajas era demasiado pequeño y no podían seguir cobrando.

¿Dónde compráis vosotros? ¿Os gusta este supermercado?


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 Espero que os haya parecido interesante conocer la historia de una de las empresas alemanas más conocidas. Si queréis saber más de otras firmas, echadle un vistazo a estas:

¡Un saludo!



10 de septiembre de 2019

Strohwitwe


Strohwitwer para un hombre, y Strohwitwe si nos referimos a una mujer, son dos palabras que se utilizan cuando en una pareja, una de las partes se va, por un corto periodo de tiempo limitado, dejando a la otra persona sola.

No se sabe de dónde provienen estas palabras, y hay diferentes especulaciones sobre su origen, pero la que más me ha llamado la atención ha sido una en la que se asegura que el término viene de la palabra en femenino, Strohwitwe. Según dicen, deriva de otro vocablo del antiguo bajo alemán: Graswitwe, y era el nombre que se les daba a las mujeres que se habían quedado embarazadas antes del matrimonio. Estas mujeres no podían llevar una corona de mirto, durante la boda, pues simboliza la virginidad, sino que tenían que llevar una corona de paja: Strohkranz. Por lo que más tarde serían llamadas Strohbraut, es decir, novias de paja. Y de ahí derivó a la palabra actual, viuda de paja. (Y quién sabe si estas señoras luego se quedaban muchos días sin marido).

Otro posible origen es que durante el siglo XVIII muchos hombres jóvenes ofrecían, en verano, sus servicios para ayudar a trabajar las tierras, y en una gran mayoría de los casos su trabajo consistía en ocuparse del grano, por eso, a las mujeres de esos hombres que se quedaban en el hogar se las llamaba viudas de paja.

El propio Goethe, en Fausto, su obra más conocida, también hace referencia a esta palabra.

“Dort klagt Marthe über ihren Ehemann. Er geht stracks in die Welt hinein / Und lässt mich auf dem Stroh allein.”
Allí se quejó Marta sobre su marido. Él va directo hacia el mundo / y me deja sola en la cama. Stroh, paja, es traducido al resto de idiomas como cama, pero literalmente dice: me deja sola en la paja. Es decir, una mujer de paja… Strohwitwe, una mujer sola.

Para el término masculino no he encontrado nada especialmente esclarecedor, hay un montón de conjeturas, pero la que más me ha gustado (aunque no he terminado de ver la conexión entre eso y quedarse solo en casa), es esta: algunos aseguran que el vocablo proviene del francés, de homme de paille, es decir, hombre de paja (Strohmann). En alemán no se utilizó para referirse a los espantapájaros, que se dice Vogelscheuche, sino que su significado derivó en un término despectivo para referirse a una persona que presta su identidad en un negocio a cambio de ocultar la de un tercero, el verdadero interesado, y que paga por ese servicio. En español a esta persona se la llama testaferro, pero como digo, no tengo mucha idea de cómo se entrecruzan las dos historias…

Un ejemplo práctico:
Wirklich, du bist ja heute abend Strohwitwer?« bemerkte sie. »Deine Frau kommt erst morgen früh zurück, nicht wahr?« de Emile Zola, Nana, Siebentes Kapitel, z.n. Projekt Gutenberg.


Imagino que la expresión española, homónima, de esta palabra estará dando vueltas por vuestra cabeza desde hace un rato, es decir: estar de Rodríguez. Una forma, cuanto menos, curiosa para decir que alguien se queda solo en casa. Pero, ¿de dónde la hemos sacado?

De nuevo, debemos especular un poco, pero en esta ocasión parece que la gran mayoría de la gente está de acuerdo con que su origen proviene de los años 60, cuando en España se puso de moda eso de irse a la playa en verano. Pero claro, una familia normal no podía permitirse el lujo de estar dos semanas de vacaciones enteras, así que la madre y los hijos se marchaban y dejaban al padre en casa, trabajando… y aprovechando los días de soledad con los amigos y, en algunas ocasiones, con alguna amiga.

2 de septiembre de 2019

Los merovingios

En la entrada anterior, cuando comenzamos a ver el pueblo de los francos, vimos que los denominados francos salios fueron los primeros “foederati” de Roma, nombre que se le daba a un pueblo bárbaro cuando se unía al Imperio romano. Y de ellos salió una de las dinastías más importantes de este pueblo: los merovingios.

Deben su nombre al que se considera su fundador, Meroveo, aunque en realidad su abuelo fue el primero de la dinastía.

Cuenta la leyenda que cuando la madre de Meroveo estaba embaraza de su esposo, Clodión, el rey de los francos, se fue al mar a darse un baño. Allí, una criatura marina, a la que su pueblo llamaba quinotauro, pero que muchos dicen que es la versión pagana de Neptuno, volvió a fecundarla, haciendo así que el niño, Meroveo, fuese hijo de dos hombres, lo que le confería un estatus de más importancia, ya que estaba directamente emparentado con un ser divino. Muchos apuntan a este hecho como una similitud con Jesucristo, pues aseguran que los Merovingios eran descendientes directos de él y de María Magdalena.

Pero dejando a un lado las leyendas, Meroveo fue un gran militar y un excelente político. Mantuvo muy buenas relaciones con Roma, y unificó a bastantes pueblos francos bajo su mandato. Suavizó el carácter de su gente, y durante un tiempo, se dedicaron a vivir de manera, más o menos, pacífica.


Con la llegada de los hunos, el imperio Romano les pidió ayuda para defender la frontera, Meroveo aceptó, y gracias a eso, el ejército de los merovingios fue formado en las técnicas de defensa y ataque de Roma y se les proporcionó un armamento muy superior al que anteriormente tenían.

Los merovingios fueron decisivos en la contienda contra los hunos, que se produjo en la actual Châlons-en-Champagne, la llamada batalla de los Campos Cataláunicos. Consiguieron frenar a Atila en su avance por Europa. Aunque Meroveo no llegó a disfrutar de la gratitud que Roma le prometió por su ayuda, pues murió a los pocos años. Childerico I, su hijo, fue el que le sucedió. Resultó ser un rey bastante promiscuo, lo que le trajo graves problemas con los jefes de los otros pueblos, tanto los que estaban bajo su mandato como los que no. Durante unos años tuvo que exiliarse del territorio de los francos, al este del Rin, y cuando regresó, lo hizo con una nueva esposa, Basina, hija del rey de los turingios, y un hijo: Clodoveo.

En los años siguientes, Childerico continuó guiando al pueblo de los francos con firmeza. Aprovechó la flaqueza de Roma para ir ganando poco a poco terreno, pero permitió que los habitantes de los territorios que iba conquistando mantuviesen sus tradiciones y culturas romanas, por lo que en un momento, el reino de los francos fue una mezcla de culturas romano católicas y franco paganas.

A su muerte, su hijo, Clodoveo I, tomó el mando de los francos. Comenzó su reinado con buenas relaciones con todos sus vecinos, tanto con Roma como con el resto de pueblos germanos. Hasta que en el año 486 reunió un poderoso ejército y atacaron Soissons, el último asentamiento de Roma en aquellas tierras.

No se sabe cómo se desarrolló la batalla, pero el general romano Siagrio, que gobernaba en esta zona, fue asesinado, y todos sus territorios, que iban hasta los ríos Somme y Loira, pasaron a formar parte del reino franco. Lo que, a su vez, implicaba la ruptura de los francos con Roma.

Para continuar expandiendo sus fronteras, utilizaron los lazos de sangre que los unía a los germanos del otro lado del Rin. El pacto más importante fue el que hizo con Sigeberto de Renania, que reinaba en la actual Colonia, con lo que el reino de los francos se extendió por una buena parte de la antigua Galia, hasta más allá del río Rin.

Hasta ese momento, los francos eran una mezcla de culturas romana y pagana, sin embargo, la religión católica estaba ganando mucho terreno frente a los antiguos dioses, y hasta la mujer de Clodoveo, Clotilde, profesaba esa religión. Se cuenta que fue gracias a ella que el rey de los francos, con lo que implica el reino entero, se convirtiera al cristianismo.