25 de enero de 2013

Ecuación de tercer grado

Por las Teutonías eso de que alguien tenga dos apellidos resulta altamente confuso y agobiante para los autóctonos, cuando ven más de dos palabras se les junta todo, empiezan a hiperventilar, la cara se les vuelve roja y acaban por terminar explotando por una sobrecarga de información.
Y de este maremágnum de palabras extrañas terminadas en zeta se crean conexiones que solo se pueden dar entre las neuronas teutonas. Porque ellos son los únicos capaces de hacer de algo sencillo el mayor de los rompecabezas.

Pongamos que mi nombre completo es, tal cual, Irene Rodríguez Sánchez (perdona mamá), apellidos rusos, si lo sé. En los meses que llevo por estas tierras me he encontrado con un gran elenco de posibilidades y múltiples soluciones, a cada cual más surrealista, para desentrañar el misterio de las tres palabras que conforman un nombre propio.

Y así he resultado ser Frau Sánchez Rodríguez, Irene. Cuál habrá sido la imperiosa razón por la cual el orden de los apellidos ha sido invertido? Eso solo lo saben en el ministerio de trabajo, a donde tengo que ir para enseñarles que si algo está delante de otro algo suele significar, que de hecho, ese primer algo va primero.

Otra de las variantes con la que me he encontrado ha sido la extrapolación de un apellido a nombre, con lo que he llegado a tener un nombre compuesto, quedando como Irene Rodríguez y un apellido, Sánchez. En principio algo más lógico, o lo sería si Rodríguez no fuese uno de los apellidos más comunes en España.

Pero entre todos estos intercambios en las posiciones, el más surrealista ha sido la despersonalización de mi nombre, Irene, existente en la mayoría de los idiomas que conforman este gran planeta, con alguna que otra variante, aunque siempre minimal. Dándose el caso de que precisamente en alemán el nombre de Irene existe, tal cual, sin cambios en la escritura, aunque no así en la pronunciación.
Entonces, que conexiones extrañas más allá de la lógica, del conocimiento y del entendimiento humano pudieron crearse en el cerebro de una persona para llegar a la disparatada conclusión de que la respuesta a la ecuación de las tres palabras no podía ser más que mi nombre fuese Sánchez y que poseo dos apellidos, Irene y Rodríguez, obvio, verdad?


Una vez que se enteran de que tienes dos apellidos, a saber Rodríguez y Sánchez. Más un nombre, Irene. Se realiza una última y fatídica conexión en las neuronas teutonas con las que eliminan todo lo sobrante y pasas a ser única y exclusivamente Frau Rodríguez, el resto no importan, solo es paja.
En los ministerios eres Frau Rodríguez.
Para los pacientes eres igualmente Frau Rodríguez y el señor de turno es Herr Müller.
Y por supuesto, para la vecina eres Frau Rodríguez.

Tu nombre carece de sentido y significado pues siempre vas a ser llamado por el apellido, con el correspondiente trato de "usted". Sin importar los años de la otra persona (o de la tuya), a una persona que no conozcas, o si, pero que solo pueda ser considerado un conocido, vas a utilizar siempre las expresiones más formales que conozcas.
Y el hecho de que alguien, tras un milagro imposible de haber sido relacionado, te llame por tu nombre, ese momento tan extraño en el que escuchas "Irene", te sabe a la más pura gloria bajada de los cielos.

Por estas tierras frías, la gente es igual que el clima, siempre hay que mantener las distancias con la otra persona y eso se ve en el trato que le das a tu interlocutor, porque no es lo mismo tratar a alguien de tú que de usted.
Tiene que existir alguna clase de relación entre dos personas para que empiecen a tutearse.

De todas formas, creo que nunca voy a girar la cabeza cuando alguien dice un "Frau Rodríguez", quien es esa?? 

El otro día me preguntaron que reacción causaría en España si a alguien le llamasen solo por su apellido y le dieran un trato formal, como por ejemplo el vecino.
Yo no se vosotros, pero creo que si le llego al vecino, al cual conozco desde hace... no se, quince años? y le digo "Qué tal está hoy Herr González?" me miraría raro, se reiría y se preguntaría que he desayunado hoy.
De hecho creo que esa, la risa, sería la reacción más común que habría en España si empezásemos a llamarnos por nuestro apellido.


Saludos!!

 

5 comentarios:

  1. Irene!!!! no mientas, si tu sólo tienes un apellido, por lo que veo has intentado timar a los del ministerio de trabajo, muy propio de tí "Frau Greyjoy" XDDDD

    ResponderEliminar
  2. En primer lugar, me pone de los nervios esa costumbre tan formal de darle al vuelta al nombre para poner el apellido primero, cosa terriblemente común en las listas de clases por ejemplo. Dime tu, como te vas a enterar de que te llaman cuando uno de tus apellidos es (también) de los más comunes de España. "Hernández!" y tu "mmmm, si vale, bien, pero cual de los 9?". Complicarse la vida innecesariamente.
    Y en segundo... Igene... que haces mintiendo al ministerio??? No me lo puedo creer. Intentas renegar de tu verdadera sangre, la sangre de los Greyjoy. Que vergüenza Frau Greyjoy... que vergüenza... XDDDDD

    ResponderEliminar

¡Buenas!

¿Te ha gustado esta entrada? ¿Te ha parecido interesante? ¿Estás en desacuerdo? ¿Tienes algo que aportar sobre este tema?
Yo os cuento mis experiencias, y todo aquello que me parece digno de mención sobre este país, ¿te animas a compartir tu opinión y experiencia con nosotros?
Siempre me alegro cuando veo nuevos comentarios, así me da la sensación de que no hablo conmigo misma...

Muchas gracias por leerme y por comentar.

PD: Es posible que algunas veces los comentarios den fallos. Escribís, lo enviáis y luego no aparece... No lo he borrado, es un error que da Blogger y no consigo averiguar que es. Si la entrada no es muy antigua podréis encontrarla en la página del blog en Facebook, allí podéis escribir también.

¡¡Un saludo!!